Navidad: Tradiciones vs Obligaciones
Las tradiciones de Navidad creadas por nuestros abuelos y antepasados, nos permiten dar valor a las relaciones y mantener vivos los recuerdos que han forjado nuestra identidad y orígenes. Facilitan el sentimiento de pertenencia y la firmeza de nuestros vínculos.
Por otro lado, repetir los rituales de nuestra tribu, año tras año, nos dan un sentimiento de confort y seguridad, en uno mundo cambiante y a menudo incierto.
Pero a pesar que reunirnos todos en Navidad es bonito, no siempre es realista o necesario para mantener nuestros vínculos. A veces, esta expectativa y no aceptar los límites, puede generar más tensión que alegría.
Con el crecimiento de la familia, las nuevas generaciones y otros compromisos (familia política, parejas, sobrinos, nietos, primos, amigos,...) se hace a veces inviable reunir a todos, tal como lo hacíamos con todos nuestros hermanos, cuando estaban los padres y/o los abuelos.
Algunos miembros pueden preferir una Navidad más íntima o necesitar espacios con el propio sistema que han creado con el paso natural de las nuevas generaciones. Adaptarse a las nuevas realidades que se van generando, puede ser una oportunidad para abrir la puerta a una relación más saludable y sostenible para todo el mundo.
Renunciar al “todos juntos” en Navidad, no significa renunciar a la familia ni una ruptura. Simplemente una adaptación a las circunstancias actuales. En ciertos momentos, puede ser necesario e incluso beneficioso.
Si no se puede mantener la Navidad como el “gran reencuentro”, ha llegado la hora de reinventar otras maneras de conectar y mantener los vínculos, sin que resulte estresante para nadie: dividirse en grupos más pequeños, reunirse en otras ocasiones del año con cualquier nuevo pretexto, hacer videollamadas,...
Si tu manera de celebrar la Navidad en familia, ya te pesa y lo vives como una obligación, ha llegado la hora de reinventar la tradición que fue creada, hace mucho tiempo, en otro escenario y con un sistema familiar muy diferente al actual.