- Inicio>
- Artículos y entrevistas>
- Emociones que nos cuidan: Procesos de duelo, de la amargura a la dulzura.
Emociones que nos cuidan: Procesos de duelo, de la amargura a la dulzura.
Las emociones también nos acompañan y nos ayudan a convivir con los procesos de duelo.
Algunos de vosotros habéis perdido familiares, amigos, compañeros, … por el impacto del COVID-19. El sufrimiento por estas pérdidas está siendo doble. Por una parte por la pérdida de la persona que se ha ido. Por otra, por las circunstancias de su marcha, sin la posibilidad de acompañarla ni despedirla.
El sufrimiento también forma parte de la vida y su presencia en los procesos de duelo es muy intenso y doloroso. El objetivo de este artículo es acompañarte para que puedas hacer este proceso de la forma más leve posible. Que puedas hacer un duelo que te permita ir disolviendo el gusto amargo de la perdida que dan la rabia y la impotencia, y te acompañe una tristeza más dulce y tolerable.
LAS 3 EMOCIONES QUE TOMAN ESPECIAL PROTAGONISMO EN LOS PROCESOS DE DUELO:
El MIEDO empieza mucho antes, cuando la persona a la que quieres empieza a enfermar. Se despierta tu miedo a perderla. Esta emoción te activa para tomar las medidas que están a tu alcance. Y también te empieza a preparar para el duelo que vendrá después, cuando empieces a intuir que no hay nada que hacer.
El miedo también se manifiesta muchas veces en forma de negación. Ves lo que está ocurriendo… sin embargo no lo aceptas. Todo parece irreal. Te proteges pensando que es imposible que esto te ocurra a ti.
Cuando el miedo acaba su función protectora deja espacio a la RABIA. Te das cuenta de que es real y te afecta a ti. Se activan tus sentimientos de impotencia y injusticia. Te enfadas con el mundo, la vida y también contigo mismo. Quizás te sientes culpable por algo que crees que no hiciste, culpas a los demás por no hacer las cosas como tú crees o culpas a la persona que estás perdiendo por no cuidarse a si misma.
A veces, pasan los años y nos damos cuenta que nos hemos quedado atrapados en esta etapa del duelo. Continuamos enfadados y nos hemos quedado con un recuerdo amargo, un sentimiento que se va generalizando en muchas otras situaciones de la vida. A veces, la “amargura” puede tener relación con procesos de duelo mal gestionados.
La rabia convivirá e ira dejando espacio a la TRISTEZA. Es la emoción que te va a permitir darte cuenta de que por más que te enfades y luches con la vida y las circunstancias, ha llegado la hora de aceptar la realidad. Llorar forma parte de este proceso de soltar lo que estás viendo y reviviendo de tu pasado. Vienen los recuerdos a tu presente, te das cuenta que no los volverás a ver y los sueltas con tus lágrimas. Poco a poco, sin prisas y dando el tiempo necesario a cada recuerdo, la tristeza te ayuda es resituar en tus células, neuronas, cuerpo,… todo aquello que fue y no volverá. Lentamente, cada episodio de tristeza te ayudará a ir poniendo dulzura y convertir este dolor tan profundo en melancolía. Un sentimiento que tiene una gran dosis de amor y gratitud por todo lo que compartiste con esta persona.
En cambio, el duelo amargo se queda anclado en el resentir y revivir todo lo experimentado durante y después de la pérdida (como enfermó, como murió, todo lo que no hemos podido compartir y todo lo que no vivir juntos).
LOS RITUALES DEL DUELO
Para entender el duelo, también tenemos que prestar mucha atención a los rituales de despedida. Todas las culturas y religiones los tienen. Independientemente de nuestras creencias, basadas más en la espiritualidad o materialismo, necesitaremos visualizar y experimentar, de alguna forma, el fin de una relación-conversación con esta persona. De hecho, la relación-conversación interna continua viva, aunque ya no esté en nuestro presente. Habrá conversaciones recordadas y también generadas con las nuevas realidades que nos toque vivir. Los rituales nos ayudan a que sean conversaciones dulces y amorosas.
Todos los rituales cumplen dos condiciones:
- Son grupales y permiten compartir el sufrimiento. Puedes explicar una y otra vez lo que ocurrió. Verbalizar y compartir te permite interiorizar el relato y la nueva situación. Los demás empatizan contigo y reviven sus propias pérdidas. Compartimos el sentimiento de la fragilidad humana, la igualdad y se despierta nuestra solidaridad.
- Reconocimiento público a todo lo que esta persona nos aportó y ha representado en nuestras vidas y el legado que nos ha dejado.
Ahora no has podido hacer este ritual. De hecho, quizás ni lo habrás podido acompañar en su sufrimiento ni despedir personalmente. Pero ello no te impide reinventar tu propia forma de tener esta relación - conversación que te ha quedado pendiente.
A nivel colectivo, inventa nuevas fórmulas para llenar de amor y gratitud este dolor tan profundo que te generan la rabia y la tristeza. No le añadas más dolor poniendo el foco en el hecho no poderla acompañar ni despedir. Eso… no lo has podido controlar.
Comparte con la familia anécdotas, escribe alguna carta y la lees a tus amigos, prepara una comida que solíais cocinar, cuenta a los demás como te sientes, etc. Comparte, comparte y comparte. El soporte social es fundamental para todos los animales mamíferos. Nos consuela sentirnos acompañados y nos hace sentir valiosos ayudar a los demás. Utiliza el teléfono, videoconferencias,… Tenemos muchos recursos que nos dan apoyo para hacer esta gestión emocional de la situación.
Y, después, cuando acabe esta crisis, ya volveremos a hacerlo como antes. O, quizás…. habremos creado nuevas formas de reconocer a las personas que se van.
Por otra parte, debes tener una conversación individual. Seguramente te quedaron cosas por decirle. Independientemente de cuales sean tus creencias, siempre estas a tiempo de tener esta conversación. Si tienes una mirada más espiritual te resultará más fácil. Si no crees en ello, igualmente vale la pena que tengas esta conversación con tu corazón y con tus células:
- Pídele perdón, si sientes que en algún momento no hiciste lo que tu crees que debías haber hecho. Sabes que te perdonará cuando se lo hayas dicho.
- Perdónale si crees que hizo algo que te hirió o perjudicó a lo largo de vuestra convivencia. O, simplemente, por su marcha tan precipitada y en estas circunstancias. Te hubiera gustado que fuera de otra manera.
- Perdónate a ti mismo por los errores que cometiste con esta persona, durante la vida o también en los momentos finales.
- Agradécele lo que habéis compartido, lo que ha significado para ti. Busca detalles, anécdotas, momentos, instantes,… todos te conectan con el amor que os unirá para siempre.
- Dile que le quieres. Que lo aceptas tal como fue. I también, que no te queda más remedio que aceptar la forma en que se ha ido de esta vida. Dile que fue muy importante y valioso para ti. Su vida no fue en vano, lo que aprendiste te será muy útil a ti y para las personas con las que tú te relaciones. Y luego os abrazáis y haces un pequeño ritual que os conecte a los dos. Un pequeño gesto que mantenga viva vuestra complicidad y que sabes que reconocería como vuestro.
El tiempo te permitirá aceptar. Pero el tiempo NO lo cura todo. Lo que lo cura es LA TRISTEZA que te va ayudando poco a poca a ir poniendo AMOR y GRATITUD a los recuerdos.